3 de febrero de 2014

La Historiografía y El Dato

HACIA UNA METODOLOGIA DE LA RECONSTRUCCIÓN

La Historiografía y El Dato.

(Enrique de la Garza Toledo, separata VIII)


POR: VÍCTOR HUGO JIMÉNEZ C.


FEBRERO DE 2014


Con lo que se refiere a la Historiografía y El Dato se maneja desde dos perspectivas como son: Las Escuelas Historiográficas y el Significado del Dato Historiográfico y La Historiografía Marxista: E. P. Thompson; el autor nos dice que en la mayoría de los estudios historiográficos ya no hay sobrevivientes de los hechos que se trata de estudiar, las fuentes más importantes de datos son las documentales, hemerográficas o bibliográficas; tales como los documentos personales, los artículos y las noticias periodísticas, las leyes y los estatutos, las estadísticas, las obras de arte y la literatura y los libros sobre el tema o escritos de la época de estudio, etc.”,  y para el análisis de la información de éste tipo se debe tomar en cuenta especialmente “aquella en la que el dato se presenta como parte de un discurso no emitido para fines de la investigación sino con otros propósitos”, y es donde se presenta un problema que se manifiesta en relación al discurso histórico el cual “es el de la supuesta correspondencia entre dicho discurso y otros niveles de la realidad, no discursivos, cuando se utiliza el discurso como fuente de datos para dichos niveles. Al respecto se pueden presentar dos situaciones: el "hecho elemental", captado en el discurso, efectivamente sucedió en la realidad no discursiva y los juicios u opiniones contenidas en el discurso no se corresponden estrictamente con situaciones reales aunque algo expresen de ellas”, además nos indica que el tipo de lenguaje en el que están escritos o no los discursos y como se debe buscar la manera de encontrar la correspondencia entre estos y un problema más que se presente es entre el texto del discurso y la realidad social que en él se manifiesta, pero es parte de la articulación para analizar la (s) coyuntura (s) que se investigan…

l. Las Escuelas Historiográficas y el Significado del Dato Historiográfico; en éste aspecto se pueden identificar tres grandes posiciones teórico-metodológicas:

a) El empirismo lingüístico; en este “el discurso y el dato discursivo tienen validez en sí mismos y solamente al interior del propio discurso. La justificación es la común del positivismo: la ciencia debe reducir su campo a lo observable y en cuanto al discurso historiográfico no es posible ir más allá de éste mismo ya que únicamente vale en sí mismo”

b) La hermenéutica; para esta el “discurso debe ser interpretado: éste no vale en sí mismo ya que distinguen entre motivos manifiestos y latentes para la acción.”

c) Un nivel más de la totalidad social, el discurso “sólo tiene sentido en un contexto más amplio, en un contexto histórico, en articulación con niveles extralingüísticos, en donde el discurso aparece no únicamente como expresión de aquéllos, sino como parte de la misma realidad que influye sobre los demás niveles”

En el caso de las escuelas historiográficas, indican que “se da una correspondencia entre la posición epistemológica sobre la historia y el dato historiográfico y determinada perspectiva teórica”. Uno de los  autores destacados en Braudel (1968), quien señala a través de reflexiones metodologías, que hay “dos corrientes en la historiografía: la del corto tiempo, que es la historia de acontecimientos, y la nueva historia económica-social o historia de los ciclos históricos. En toda historia social existe el tiempo corto, pero el tiempo corto es el más caprichoso, engañoso; su fuente es el documento y los historiadores tradicionales piensan que en él está contenida toda la verdad. A su vez, la historia de período es una historia de ciclos, una historia del tiempo medio, historia que […] puede ser cuantitativa” y lo que él “llama el tiempo de larga duración no es sino la historia estructural, entendida como articulación de historias y de tiempos rápidos, medios y largos”, así con ello creo el concepto el tiempo presente, “como articulación entre presente y pasado, como ubicación de lo social en un campo junto a otros campos y en el flujo histórico; es decir, analizar un tiempo -presente o pasado, corto, medio o largo- implica analizar todos los otros tiempos”

2. La Historiografía Marxista: E. P. Thompson; se centra en la obra "La formación histórica de la clase obrera" de E. P. Thompson (1977), en la cual se describen algunas de las criticas de éste a algunas posturas de Marx, del estalinismo y del concepto de clase obrera. Para él “la clase social en general no es una simple estructura -en contraposición a ciertas versiones marxistas que piensan la distinción entre clase en sí y clase para sí, como la de estructura o situación material con respecto a estructura-superestructura-, sino que la clase social en todo momento se define por determinadas condiciones materiales de existencia, además de determinada experiencia social y determinadas formas de conciencia”, sus análisis sobre la clase obrera conllevaron consecuencias metodológicas por el uso que le da a la categoría de totalidad: “La existencia de la clase -la relación entre base y superestructura al nivel de la clase obrera- es una totalidad en movimiento, totalidad entendida como niveles diversos de realidad de la clase y con determinaciones complejas y recíprocas entre los diversos niveles” y para su estudio se debe considerarla en movimiento, es todo un proceso de formación de clase.

Al aparecer como categoría teórico-metodológica central la de "proceso de formación de clase", es en donde la formación de una clase social no sólo es producto de condiciones objetivas cambiantes, sino que la propia clase en formación es también creadora de sí misma y de las condiciones objetivas de su acción” Es notoria la importancia que le otorga al concepto de cultura, cultura obrera, como mediación entre base y acción, así, considera tres grandes niveles de la realidad de la clase obrera para su construcción como clase:

1) Las tradiciones populares de antes del período y cómo se transforman en dicho período, aquí se centre en el nuevo significado de la sociedad de correspondencia, la cual “era una sociedad dirigida por obreros, de acceso ilimitado a la misma (negando la relación burguesa de la época entre propiedad y derecho político) y en búsqueda de la acción organizada que contrasta con el motín popular de los años anteriores”, además retoma otros temas en su metodología como el análisis de las minorías diferenciadas que el caso de las prostitutas y ladrones con el fin de para “captar la moral popular ante la evidencia de identificación entre moral de estas minorías y moral del pueblo”.

2) La revolución industrial y la formación del mercado capitalista de trabajo; se produjeron grandes cambios en “las relaciones sociales, instituciones y modos culturales, […]. La formación de una clase […] no es un fenómeno puramente económico, sino económico, político y cultural” también se originaron cambios en “la forma de la explotación económica que trajo aparejada la revolución industrial se tradujo en una mayor transparencia de la explotación, en una nueva disciplina de la clase obrera y una nueva cohesión social y cultural”. Apareció la figura del patrón, nuevas formar de relaciones laborales y familiares lo que “conllevó la pérdida del status social del obrero, de su independencia económica, la ruptura de la economía familiar, la pérdida del tiempo libre y de las diversiones tradicionales, en aras de una nueva disciplina laboral que se presentaba asociada a la monotonía y la intensidad del trabajo”, así detrás del propio ciclo económico, “lo que existen son estructuras de relaciones sociales legítimas e ilegítimas” que dan como resultado un obrero infeliz, por sentirse despojado y desadaptado a las nuevas formas de explotación que sufría.

3) El radicalismo plebeyo, sobre todo en términos de organizaciones radicales de la época y sus acciones y programas. Las organizaciones populares radicales como  el ludismo, los demagogos y mártires; la prensa y la educación formal; los editorialistas de periódicos y el owenismo, “dotaron a la clase obrera de instituciones, de disciplina organizativa y de valores, de sistematizaciones diversas de pensamientos políticos, así como de cierto ceremonial y retórica moral”. En su estudio se destacan los siguientes aspectos: “composición social de la organización, temas de su discurso ideológico; análisis de actas y estatutos; psicología de sus dirigentes y miembros (en este sentido una acta de asamblea no sólo refiere hechos sino refleja actitudes y valores); el número de miembros; la forma de funcionamiento de las asambleas y los intelectuales que influían en ellas”, es aquí donde se define con mucha claridad el ángulo de análisis de la investigación.

En cuanto al problema del dato historiográfico, utiliza tres tipos de datos:

a) Los datos de hechos individuales y colectivos observables,

b) Los datos de opiniones de actores

c) Las teorías y doctrinas de la época, que no son utilizados por su valor epistemológico, sino como discursos que reflejan valores culturales.

En ningún caso el dato vale en sí mismo, es siempre un dato a interpretar bajo el siguiente esquema:

l. Desde el ángulo problemático que interesa destacar.

2. A partir de su relación con otros datos.

3. Al reconocer que el dato mismo puede poseer contenidos contradictorios, desde el momento en que un discurso no expresa un solo significado.

4. Ya que el dato individual sólo adquiere sentido como expresión de relaciones sociales, abstrayendo lo general en el dato individual, más por un proceso cualitativo de abstracción que de muestreo en su sentido estadístico.

5. Porque no hay propiamente un dato que verifica en forma unívoca, sino que la verificación aparece como proceso múltiple, parcial y válido sólo en la coherencia totalizante de la reconstrucción histórica. Además, las fuentes de datos son múltiples, permiten expresar niveles diversos de la realidad y todas sirven siempre y cuando no se les absolutice, reconociéndose la mediación inevitable entre dato y relación social.

6. Y finalmente, la interpretación de los discursos no implica la utilización de un solo código, sino una interpretación flexible en donde el dato puede tener diversos significados, dependiendo del contexto concreto y del nivel de realidad que expresa.

 

De la Garza, E. (1988). Hacia una metodología de la reconstrucción. Fundamentos, crítica.